9.2.07

Nostalgia del Amarillo

Sólo unas cuantas horas de cuenta regresiva y veremos cómo el Ministro Espejo (¡si! el mismo de los espejitos en diciembre del 2005) dará el vamos más entusiasta para el nuevo Transantiago, disipando así cualquier duda o supocisión de que, una vez más, el "gran proyecto" gubernamental no iba a funcionar; sin embargo, para sorpresa de muchos, hemos visto cómo en esta ocasión, no sólo contabamos con una fecha tope inamovible sino con toda una serie de mecanismos (que han sido corregidos de sus falencias, en su mayoría, a tiempo) cuya labor ha sido intentar hacer un poco más "amable" el gran cambio que como población santiaguina deberemos afrontar a partir de mañana. Sin duda un despliegue gubernamental enorme y bastante positivo, pero que rara vez vemos, y que claro está, extrañamos con creces, sobre todo en causas que parecen ser "chuteadas" mes tras mes, pero que por supuesto, debemos esperar pacientes, tras la resolución "certera" de cada ministro.Si bien el proyecto Transantiago ha sido de lo menos pacífico, el Gobierno, nuevamente en grandes esfuerzos, se ha preocupado de contrarestar toda clase de escepticismos populares, informando lo más oportunamente posible a los transeúntes, de la mano de Bam Bam, acerca de los diversos (y bastante adornados) beneficios que implican el nuevo sistema de transporte: menos tiempo de espera, recorridos más exactos, posibilidad de tomar dos micros a un menor precio, conductores capacitados y con sueldo fijo y por supuesto, nuevas máquinas, más modernas y cómodas y mucho menos contaminadoras, todo esto en el marco de brindar mayor seguridad a pasajeros y choferes. Sin embargo, a sólo horas de comenzar, descubrimos cómo ciertos parámetros están lejos de ser cumplidos: tarjetas bip! fantasmas, choferes con malos sueldos, amenazas de paro y máquinas viejas re-pintadas amenazan con re-establecer los antiguos vicios del transporte santiaguino, los cuales, a la vez, se desean erradicar mediante el nuevo plan.Esperemos que los nuevos recorridos que a partir de mañana rondarán nuestra ciudad nos llenen no sólo de color, sino que también puedan acabar con esta cierta incertidumbre colectiva, que nos demuestren que, al menos una vez, en Chile se pueden hacer las cosas más o menos bien y no mal, o peor, y si aún sienten nostalgia por las viejas micritos del recuerdo, es sólo cosa de raspar la pinturita blanca y verde, y revivir la imagen de la amarilla de siempre.