24.8.07

La Crítica Femenina por Excelencia

A ver si adivinan el sentimiento evocado
los que ya saben, no cuentan...


Frunce el seño. Lo suficiente para sentirlo en tu piel, no tanto para demostrarlo.
Mírala de pies a cabeza, preferentemente de abajo hacia arriba, pero evita cualquier signo que denote que percibes su llegada, tal como si no le dieras importancia.

Aprecia la composición de su ser. El balance perfecto de su cuerpo, lo elegante de sus proporciones, el equilibrio de los colores que lucen en su piel, y automáticamente cuestiónate dónde estabas cuando esa cartera salió, y por qué esas zapatillas maravillosas adornan su closet y no el tuyo.

El escrutinio tradicional comienza por los pies. Luego de dar un vistazo flash a su accesorios de moda y ropa de diseñador alternativo es hora de recorrer visualmente el cuerpo de tu amenaza, buscando alguna virtud-defecto que sea posible destacar.

Recomiendo empezar por las piernas, delgadas y eternas, pero que aseguras no son naturales; busca alguna señal de zapato ortopédico que demuestre esas rodillas juntas que los médicos lograron detectar y corregir a tiempo.

Sube la mirada; navega por sus caderas angostas, su abdomen perfecto, para encontrarte con el color albo de su piel que se asoma entre la ropa al llegar a la cintura.
Comienza por criticar el aro en su ombligo. Puedes escoger entre diversas opciones: chulo, feo, objetos de bataclana, pero nunca admitas que siempre has deseado uno, porque es ella quien lo tiene, no tú.

Al llegar al escote se vuelve más fácil desarrollar un crítica contundente; puedes ir desde la sobre exposición a la que, sientes, esta mujer se somete con tanta piel descubierta. Si te sale una enemiga conservadora, de poca pechuga y cierto pudor, siempre puedes recurrir a las interpretaciones femeninas, y a ese sexto sentido que aparece en los momentos menos esperados; especula que es una posible mosquita muerta, y que las calladitas siempre son las peores.
Agudiza la mirada cuando estés llegando a su cuello. Posibles manchas cutáneas, juegos de luz o cambios de color en su piel son pruebas irrefutables de chupones pasados; hazlos notar.

El rostro en un tema aparte. Pregúntale su edad; si sientes que su mirada no representa los años que promulga ya es hora de sacar dos conclusiones: una, que lleva una vida llena de excesos que hacen de su cuerpo un espejo de sus conductas poco infantiles, o dos, que miente.

Analiza su maquillaje; si lleva, haz un estudio de los patrones estéticos que pretende utilizar, que siempre te resultará negativo, y si no, asume su exceso de confianza, rozando la arrogancia, con el que se para ante la vida, suficiente para llegar a cualquier lado a cara lavada.

Nunca sientas culpa. No serás ni la primera ni la última. Aprovecha la situación para vengarte de todas la veces en las que tú haz sido el objeto de tortura visual. Y disfrútalo: sabes que no puedes evitarlo.

Por último, una vez terminado el análisis global, date la vuelta y dale la espalda: todo un gesto que demuestra que en esta fiesta sólo cabe una de las dos. Ríete como loca y habla fuerte, a ver si de esa forma eres capaz de reemplazar todo lo que ella tiene y tú no.

Antes de retirarte, al despedirte, dale un semi abrazo y menciona el gusto que te produjo conocerla. Ella entenderá el sentido de tu frase y asentirá sin decir nada.
Ahora eres libre de irte y sonreír; cumpliste los pasos de la crítica femenina por excelencia, y, admítelo, la pasaste bien.

1 comentario:

Carolina dijo...

Yo ya lo lei y ya sé que sentimiento es, entonces supongo que no valgo x)