31.5.07


Ferdinand de Saussure me persigue, me acosa. Aparece en cada rincón.

Me quita el sueño, me interrumpe cuando duermo;

se pasea entre mis días y ensangrenta mis pruebas...

20.5.07

El Ensayo
Edgar Degas 1873-1878



La Clase de Danza
Edgar Degas



Bailarinas en Azul
Edgar Degas 1898-1899



Bailarina basculando (bailarina verde)
Edgar Degas 1877-1879


"... Degas también visitó con frecuencia las clases en donde el maestro de ballet instruía a grupos de niñas, los rats, en su difícil y graciosa labor. Ahí encontró lo que más le interesaba: el movimiento; no el movimiento libre y espontáneo, sino todo lo contrario, ejercicios estudiados y precisos, cuerpos sometidos a una disciplina rigurosa, ademanes dictados por leyes inflexibles..."

Rewald J, Historia del Impresionismo, pág. 237

8.5.07

De la experiencia de Pablo.

Pablo me mató.
Y no de la forma en que Virginia pregona su asesinato- el asesinato de Virginia (Tech)-.
Me recordó lo "responsable" y qué significa la expresión "me lo perdí". Si, me lo perdí porque, como Pablo expuso admirablemente, tenía A, B, C, D, y cualquier otra variable para determinar situaciones, que hacer.
Me gustaría que la veintena de letras del alfabeto occidental fuesen susceptibles de ser reemplazadas por actividades extra-curriculares, pero no; recapitulo: me lo perdí (llamese ya a cualquier evento recreativo) porque tenía que estudiar.
Si Pablo leyese (imagino que luego de mi advertencia de plagio lo hará) mis palabras, pensaría "y bueno, qué te perdiste?". No, no fue algo como la marcha por la legalización (mala cosa para quienes adscriben de aquella demanda), ni un concierto (como ya ha sucedido en otras ocasiones) o un evento social, o cualquier otro tipo de acontecimiento visiblemente único e irrepetible, sino que me perdí lo que anhelo, lo que para mí (y sólo para mí) es impostergable, aún cuando pueda ser repetido una y otra vez. Me perdí, y por lo visto me seguiré perdiendo, un fin de semana en casa, un día más con mi perrito (que está quedando ciego) y un tecito con papá (que ya está muy canoso) . Me perdí un regaloneo de esos que ya no suceden con mamá después de planchar, un baile desenfrenado con mi hermana (en honor a los viejos tiempos cuando encendíamos la radio y hacíamos fiesta entre los cuatro, yo bailaba con mi mamá y Javela con el papá) y una conversación por teléfono con mi abuelita.
Me perdí una película con Pe, un helado y una siesta; un ataque de deseos incontrolables por continuar mi mosaico y un paseo al campo; un arranque creativo y un asado con los amigos de siempre...

5.5.07

Recuerdo de un viernes ideal

Me gusta Providencia; no es su completa longitud, tal vez sólo en la extensión que abarca desde Los Leones (frente al Hospital donde murió Pinochet) hasta Pedro de Valdivia (junto a la Iglesia Ortodoxa). Siento también un cariño especial por su hermana paralela (no gemela) la 11 de septiembre, y si, la fecha tiene algo que ver, y no, no es lo que tu mente politizada piensa.

Cuando pienso en Providencia recuerdo una mañana de invierno, cuando acaba de llover.
Los pies en el agua, el salto mortal desde la oruga blanca o la viejita amarilla que aún recibía mis chauchas juntadas una a una.
El olor de la humedad se mezcla con el aroma del café caliente, las tartas de limón.
Todo se ve hermoso desde el ventanal enorme que separa el agetreo diario de nuestra conversación necesaria, de nuestro rito semanal, de nuestro espacio fabricado.
Las hojas de Lyon caen, una tras otra... la lluvia viene a caer también.

Nos sorprendemos cada miércoles con aquel grupo de señores de edad, que comentan y se alimentan. Que hablan de política, libros, actualidad y viejas historias, se conocen de toda lo vida, tal vez, tal como nosotros nos conocemos.

Cuando pienso en Providencia pienso en ti. En una fresca mañana de primavera, en una tarde de viernes. En un helado compartido, en una risa, en un capricho cumplido, en tu esfuerzo por cumplir. En la atención, las atenciones que me haces, la atención que me das.
Pienso en un puente, en un parque, un libro, un disco, un globo y un ticket de descuento. En un sueño, un anhelo, un trabajo, pizzerías, gelaterías, chocolaterías, joyerías, librerías, cafeterías, tonterías. Pienso en regalos, en gastos, en dulces y en salados.

Cuando pienso en Providencia recuerdo a punks, agros, tatuados, rojo, fuccia, brit y forestal; en raperos, floreros, dvds, ladrones de celulares y escolares.

Si pienso en Providencia, entre Los Leones y Pedro de Valdivia, pienso en gente y farmacias, pienso en ti y en mi, en lo que me gusta y lo que no te gusta. Me pienso en uniforme, en un viernes, cualquiera, y lo bien que lo pasabamos.